2022
¿Uno más condenado a navegar
cargando desde siempre el mar a sus espaldas?
–Alfredo Fressia
Inés Verdugo crea un universo artístico, lleno de mutaciones, derivas, formas blandas que se entremezclan, se derriten y también se destruyen.
Luego de Bajamar, su reciente muestra en Uruguay, Verdugo continúa su periplo en su país (Guatemala) extendiéndolo a esta muestra colectiva y creando un espacio sensorial, cerrando un ciclo y promoviendo un final.
Propone una evidencia estética: el barco (compañero de encierro y travesías imaginarias) compone en su recorrido una coreografía propia en sus capas y despliegues. Ya no vemos el objeto en la sala, evidenciamos su presencia y su trayectoria final mediante un registro en video.
La artista impone una acción radical, destruye la presencia contínua y permanente del barco, arrojándolo desde la altura.
Como empujando el olvido, la acción evoca una futura pérdida o ¿tal vez remite a un tiempo anterior? Propone un ritual que deviene intersticio, freno y final, navegando el abismo en un desplazamiento seco, sin mapa ni brújulas.
Si bien la idea de creación parece estar en contradicción con el gesto de destruir, la acción plantea modificar un cierto orden, trastornar los códigos artísticos y objetuales de lo que podemos esperar de una embarcación, creando así un nuevo imaginario de otra navegación imposible.
Un gesto liberador impone al objeto un olvido de todo su potencial, para permitir que algo más suceda: una acción destructora que propone un campo de acción y experimentación viva, en constante transformación.
Una caída premeditada, donde el volumen desborda su propio campo expandido. Fragmentos que no vemos pero imaginamos, como algo inalcanzable, desde donde reconocemos nuestros propios quiebres y fisuras. Liberándonos como observadores de continuar su periplo y creando una nueva latitud sin números, que flota liberada.
En la sala, algunos objetos aun esperan inmóviles que algo más suceda. Unidos por un corset que continúa buscando el amarre y la tierra firme. Testigos de un cierto final, se imponen como quien suprime sus fuerzas por liberar el grito y se acomodan resignados, acompasando el no tiempo.
Pero en todo caso el arte de destruir, como el de esperar no son solo formas de decir “no” o “tal vez”, sino que configuran nuevas instancias de trascender y reactivar el deseo y la esperanza.
Lucía Pittaluga